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viernes, 8 de noviembre de 2013

A Escondidas...


 
—¿No es hermosa la luna? —Preguntó ella.

—No tanto como tus ojos.

Se tomaron de la mano, y se quedaron así, en silencio, contemplando el cielo estrellado.

—Ya casi amanece, tengo que irme temprano… creo que mamá comienza a sospechar.

—Papá también… es mejor que ambos nos vayamos… ¿Te veré mañana?


—No lo sé… te dejaré mensaje en la segunda cabeza del perro, como siempre.

Se despidieron con un beso. Ella extendió sus alas y emprendió el vuelo, él abrió la entrada a la humeante caverna por la que volvería a casa, no sin antes dedicarle una última mirada.






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