Recién se conmemoraron 200 años del inicio de la lucha por la independencia de este pedazo de tierra que llamamos México. El mega-puente (que algunas empresas se pasaron por el mega-arco del triunfo) fue recibido con más entusiasmo que la festividad en sí. Ya no hablemos de comparaciones con el entusiasmo que generó la (otra vez mediocre) participación de la selección de fútbol soccer en la justa mundial de dicha disciplina.
"Peros" respecto a la "independencia" los hay para escribir ríos y ríos de tinta, aunque sea ésta virtual. Que si sólo fue una lucha de criollos (y varios mestizos) por obtener poder, mientras los indígenas y mayoría de mestizos fueron ampliamente ignorados para acabar más o menos igual que siempre: Mencionar las condiciones en que viven grupos indígenas de Chiapas, familias enteras que trabajan todo el día en las plantaciones de café, para recibir una paga que hace lucir al salario mínimo menos ofensivo frente a los bonos por productividad, ocupación peligrosa y demás cosas ingeniosas de las que siempre hacen gala nuestros gobernantes.
"Peros" los hay también en el ampliamente ignorado y minimizado centenario de la Revolución, por un lado, el bicentenario lo opaca, y por otro, es como si a los gobernantes, del partido que sea, la palabra "revolución" les produjera una incomodidad difícil de asimilar.
Otra vez, una generación "nueva" alzó su grito frente a la generación vieja, por el puro fin del poder, el cómo lo vivimos y lo que obtuvo el resto, es maquillado en los libros de historia oficial. Maquillada lo es también la cadena de eventos, dónde cada "prócer" anterior fue asesinado por el subsecuente, quedando, al final, todo en "familia".
Minimizado, también, es el hecho que se conmemoren 150 años de varios de los hechos de la guerras de Reforma-Intervención Francesa, éstas, también con su peros: Lucha de clericales-imperialistas-conservadores contra masones-mercantilistas-liberales. Lucha que sigue, con más institucionalismo y menos sudoración, hasta el día de hoy, claro, aderezado por el socialismo-paternalista-clientelar, dónde parece que se ha alcanzado un civilizado común acuerdo de alternancia; todos caben el el presupuesto, sólo limitémonos a luchar por el porcentaje.