El pollo, instintivamente, ha ido adquiriendo un algoritmo probado de desplazamiento, el cual se compone de semicírculos zigzageantes, esto con el fin de cubrir la mayor área factible con el menor esfuerzo y en el menor tiempo posible, a modo de cubrir el terreno en busca de alimento, congéneres (ya que el pollo posee un fuerte instinto gregario), así como para vigilar que no haya eventuales depedadores, garantizando su subsistencia, primero, mediante alimentación, y segundo, mediante la pertenencia a grupo, lo que disminuye la probabilidad de ser depredado.
Los neuroconectores del pollo le indicaron que debía de iniciar la marcha dado una de las anteriores carencias (hambre, soledad, inseguridad), dichos conectores encontraron una respuesta satisfactoria en las terminales nerviosas adscritas a los músculos indicados, iniciando una marcha que no se detuvo hasta que dicha carencia no fuera satisfecha de manera plena.
El camino, siendo algo manufacturado por el hombre, y creado mucho tiempo después de que el algoritmo cuya mención se hizo anteriormente, fuera grabado en los genes del pollo a través de miles y miles de pollos y proto-pollos sobrevivientes exitosos, es algo meramente circunstancial, el pollo sólo debió de mirar a ambos sentidos con el fin de preservar su integridad, tarear harto fácil de cumplimentar a satisfacción dada la vista periférica del pollo.
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