"...Hay veces, que mi ser se cubre de oscuridad, y desearía escapar, muy lejos, a donde nadie me encuentre, y mi alma, pese al dolor, alcanza a guiar, si acaso, a mi mano izquierda..."

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domingo, 23 de marzo de 2014

!Yo Escribo! V:¿Cuáles son los Elementos Recurrentes en tus Textos?

Siguiendo con el reto "¡Yo Escribo!" del blog Eleazar Escribe, llegamos a la quinta entrega: ¿Cuáles son los elementos recurrentes en tus textos?

Sorpréndanse: En todos mis textos uso letras... además, hay algunos elementos más o menos constantes que enlistaré más adelante, pero luego de considerarlo por un par de días, caí en cuenta que hay algo que destaca: La gran mayoría de mis protagonistas son zurdos. Lo cual poco tiene de extraño, ya que como imaginan, su servidor es zurdo, por lo que es una característica que de manera común extiendo a mis personajes. 




Además, buscando otros detalles, uso mucho personajes mestizos, incluso "mezclas" más allá de las etnias humanas. Cuando la historia lo permite, intento colocar los orígenes del personaje en las zonas más desconocidas o rebuscadas; por ejemplo, urgando en el cajón de los recuerdos, "rescaté" a una chica de madre canadiense y padre austriaco, de éste, sus progenitores eran un albanés y una checa, que habían cambiado sus nombres al huir a Austria, pues por motivos religiosos les había prohibido casarse. Rafael Kuntur, el protagonista del relato "Cicatrices en el Muro", tiene ascendencia quechua y selknam.

Hay algunos clichés que intento evitar, en especial tres que expliqué  en otra entrada, y que bauticé como "el síndrome del Gran-Mazinkaiser", "el Club de Tobi", y "el síndrome de la Teibolera", aunque reconozco que en el pasado llegaron a ser parte de mi "sello personal".


Me gusta experimentar con personajes que puedan cambiar su punto de vista o reacciones habituales, es decir, que su "yo arraigado" pueda resquebrajarse; o aquellos que  no siempre tengan muy en claro el "quien soy y a dónde voy", Miker de "Nova-Gen Alpha" es un buen ejemplo.

En tiempos recientes también rehuyo es de los personajes maniqueístas; los buenos muy buenos y los malos muy malos nada más "porque sí". Disfrute mi infancia y adolescencia con personajes como estos, las historias que protagonizaban las disfruté mucho en su momento, y las disfruto una y otra vez cuando las vuelvo a contemplar, pero ahora quiero explorar otros horizontes.

Más malos que la carne de puerco...

En estos días caí en cuenta que echo mano demasiadas veces de "el síndrome de Stan Lee", en el que la pérdida de un ser amado es uno de los detonantes del conflicto (Spiderman perdió al tío Ben y a Gwen Stacy, Daredevil perdió a su padre y la vista, el Dr. Stange perdió a su hermana, etc.). 


También trato de evitar el "happy end", o al menos, que éste no sea tan "completo". Muchas historias giran en torno a "personaje; personaje tiene conflicto (aquí entra el síndrome de Stan Lee); personaje enfrenta conflicto; personaje vence conflicto; personaje vivió feliz para siempre" (aunque 'siempre' a veces dure dos segundos), ¿Y si algo al final no saliera como debe? Es algo que me pregunto constantemente. También me gusta el efecto que crea jugar con la información que se da al lector, Adiós al Romance es el mejor ejemplo.



4 comentarios:

  1. Una entrada muy interesante. Y muy interesante también el enlace que has dejado sobre los clichés en el cómic (aplicable a la novela, supongo).

    Lo de querer buscar a personajes menos planos y estereotipados creo que es cosa de la edad, porque a medida que uno va creciendo se va dando cuenta de que no todo es blanco y negro y que los buenos no siempre son buenos, ni los malos son tan malos (o que se pueda cambiar de opinión a medio camino). A mí también me pasa un poco, más que nada porque eso de usar al típico malo malísimo termina siendo un recurso demasiado fácil y simplón ;)

    ¡Saludos!

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    1. Lo aplico a historieta, y a ciencia ficción y fantasía escritas (que es lo que más escribo). Seguramente es por la edad, como dije, no reniego de esas historias, me quedó con las que crecí, pero las nuevas no me "entran" por la razón que sea. Gracias por comentar, saludos.

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  2. Es que el síndrome de Stan Lee es muy jugoso, la pérdida justifica tal variedad de tipologías conductuales que es irresistible. Cuando una fuerte pérdida precede al personaje, todo (o casi todo) puede estar justificado y la congruencia consigo mismo será mucho más sencilla de alcanzar. Yo también lo uso a veces, lo he usado y seguro que lo usaré ;)

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    1. Quizá es lo que me ha hecho falta; jugar con los resultados, aunque a diferencia de los otros, lo reconozco como parte de mi "toque", tampoco creo evitar su uso en el futuro. Gracias por comentar Carmen.

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