"...Hay veces, que mi ser se cubre de oscuridad, y desearía escapar, muy lejos, a donde nadie me encuentre, y mi alma, pese al dolor, alcanza a guiar, si acaso, a mi mano izquierda..."

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miércoles, 21 de marzo de 2012

Qué Bueno que Tembló, que fue Largo, y que fue Fuerte.

Tembló en México, y salvo algunas grietas, viviendas colapsadas, un micro aplastado y un par de descalabrados y personas histéricas (aún por contabilizar), la cosa no pasó a mayores.

Los que recordamos (aunque sea lejanamente) el terremoto del 19 de septiembre de 1985, sabemos que éste es quizá el peor sismo que se ha dejado sentir por esta latitudes desde ese entonces. Un temblor oscilatorio (la tierra se balancea de un lado a otro, dando un efecto similar a caminar sobre una enorme gelatina que se mueve), que no trepidatorio (aumente a lo anterior un efecto de "brincolín" inflable sobre una cama elástica puesta sobre tablas y ladrillos), y aunque fuerte, no lo fue en la magnitud que se dejara sentir por aquellos años.

México, como saben aquellos medianamente versados en geología, se haya dividido entre dos grandes placas , la de Norteamérica (casi toda el área continental de Norteamérica, valga la redundancia), y la de el pacífico (California, Baja California y Baja California Sur, creando la  famosa "Falla de San Andrés"), las cuales tienen una unión de tipo límite de fricción (intente frotar sus manos presionando con fuerza, cada una en diferente dirección, y verá la fuerza ejercida), así como la mediana "Placa de Cocos", la cual tiene un limite de subducción ("insertándose" debajo de la enorme placa de Norteamérica) en la costa de los estados de Colima, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, provocando la mayoría de los sismos que se sienten en el área central de México, y dándo forma a la accidentada orografía de la zona. Y la más pequeña placa de Rivera (Costas de Sinaloa, Nayarit y Jalisco).



Imaginen estas placas como una suerte de nata flotando sobre el manto de magma líquido hirviente. El calor generado por el núcleo de la tierra encuentra diversas formas de salir, como en los volcanes o las dorsales. Sin embargo ese calor mueve las placas (más o menos a la misma velocidad a la que crecen las uñas), generando la deriva continental y dando forma a la tierra a través de millones de años.



Sin embargo esto movimientos continentales no son tan "dulces" como nos gustaría, y menos aún cuando se dan choques entre placas del tipo que hay en nuestro país. Tenemos masas de miles de millones de toneladas de roca chocando una contra otra, frotándose o intentando "sumergirse" una bajo la otra. Esto genera fricción, y lo peor de todo, energía que se va acumulando poco a poco, hasta que una de las moles de roca literalmente "cede", quebrándose y liberando toda esa energía acumulada en forma de sacudidas, sacudidas que llamamos "sismos" o "terremotos" (o cariñosamente "temblores", cuando son menos intensos"), sacudidas que (oh, sorpresa), sacuden casas, edificios, puentes, personas, y demás cosas que se les atraviesen.

Las placas se mueven, se frotan, rozan, succionan y friccionan cual adolescentes en primavera, y nada podemos hacer para evitarlo, sólo podemos tomar medidas de prevención y estar alertas. Aún en Japón, quizá el país que más sabe en materia de prevención de fenómenos sísmicos, el pasado tsunami y maremoto de 2011 (uno de los más fuertes de su historia, desplazando 10 centímetros el eje de rotación de la tierra), ocasionó daños que aún hoy, a más de un año, no logran estabilizar en su totalidad. Imaginen un fenómeno similar en este México dónde aún se da la corrupción y el "ahí se va". Aunque afortunadamente no es la norma y en los últimos años hemos visto progresos tangibles en materia de prevención, quizá el más sonado, los pilotes de control, ideados por el Ingeniero Manuel González Flores (egresado de la UNAM, no podía ser de otra forma).


Tome usted una hoja de papel tamaño carta (reciclada, de preferencia), colóquela en una superficie lisa, divídala imaginariamente a la mitad por su parte más angosta, presione cada parte con una mano, y diriga la presión de cada una de sus manos en diferentes direcciones, arriba/abajo, hasta que la hoja "ceda", ¿Qué ha pasado?. Lo Mismo sucede con nuestras placas tectónicas, cuando "ceden", lo hacen de manera estrepitosa. Como mencioné anteriormente, no podemos evitar la acumulación de energía, por lo cual, lo mejor es que esta se vaya desahogando de manera paulatina. Hay unos cuatro sismos diarios en la ciudad de México, a veces más, casi todos ellos imperceptibles (ya estamos acostumbrados al "meneo", aparte de todo). Pero en ocasiones la energía se acumula en tal cantidad que tenemos un "estallido" repentino, como sucedió este 20 de marzo. Y es bueno que ocurra, como menciono en el encabezado. Se liberó una gran cantidad de energía, que de otro modo hubiera continuado acumulándose, para liberarse tarde o temprano, como nos sucedió en 1985, o como le sucedió a Japón en 2011, en pocas palabras, prefiero un sismo de 7.8 grados ahora, y no esperar un par de meses o años más para que se de otro evento de 8.1 grados, o más.

Como colofón, la actual escala de Magnitud de Momento, que sustituyera a la Escala de Richter (y por ello el sismo de 1985 es ahora de 8.1 grados, y no de 8.5 como se midiera en aquellos años), aumenta según una escala logarítimica, y no lineal. Para darse una idea de ello, les ofrezco una tabla de los sismos más representativos, y la equivalencia de la energía liberada en TTNT (Toneladas de Trinitrotolueno).

7.8 grados = 1,250,000 TTNT.
 México 2012. 

8.1 grados = 6.450.000 TTNT.
México 1985.

9.0 grados = 240,000,000 TTNT.
Japón, 2011.

9.5 grados = 290,000,000 TTNT.
Valdivia, Chile, 1960 (el terremoto más potente registrado hasta ahora).

13.5 =100,000,000 megatones de TNT (estimado).
Impacto de un meteorito en la península de Yucatán "Chicxulub", 65 millones de años AC.
{Megatón = 1 millón de toneladas}.


Qué bueno que tembló, que fue largo, y que fue fuerte, pero no trágico. No queda más que esperar el siguiente evento, pues es inevitable, y esperemos que sea pronto, y sea leve, para que no se acumule mucha energía.

2 comentarios:

  1. Gracias por la entrada, sólo tengo un comentario al respecto:

    He oído muchas veces comentarios de personas que agradecen los sismos más pequeños porque ayudan a "aliviar" la presión en las fallas y a "prevenir" sismos de mayor magnitud; desgraciadamente esa noción es falsa.

    Si bien es cierto que cualquier sismo es resultado de la liberación de una presión acumulada, es difícil que un sismo menor sirva como suficiente "alivio" para uno mayor dado que se necesitarían muchos más sismos pequeños que los que realmente ocurren para liberar la misma energía que uno mayor:

    It would take 32 magnitude 5's, 1000 magnitude 4's, and 32,000 magnitude 3's to equal the energy of one magnitude 6 event. So, even though we always record many more small events than large ones, there are far too few to eliminate the need for the occasional large earthquake. (Fuente)

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  2. Gracias por el comentario. Sin embargo es positivo que el sismo más reciente con epicentro en la placa de cocos haya sido de magnitud fuerte (7.8 grados) pero sin llegar a la magnitud del de 1985, es decir, uno fuerte por una más fuerte.

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